Jane the Killer: Un nuevo comienzo

Jane the Killer: Día 1

El amanecer llegó con una tenue luz dorada que se filtraba por las cortinas de una ventana que no conocía. Jane se sentó en el borde de una cama que era demasiado dura para su gusto, pero no se quejó. Era la primera vez en mucho tiempo que despertaba sin el peso de la oscuridad que había definido su vida. Ahora era humana, o al menos, algo muy cercano a eso.

Se levantó y se acercó al espejo del baño. La imagen que la devolvió el cristal no era la que recordaba. Su piel, antes pálida y marcada por el dolor, ahora lucía suave. Sus ojos, que habían sido abismos de rabia, brillaban con algo que no había sentido en mucho tiempo: esperanza. Sonrió, un gesto que se sintió ajeno pero también liberador.

—Soy yo... otra vez —susurró, como si necesitara escuchar las palabras para creerlas.

Pero incluso mientras lo decía, una sombra cruzó su mente. La voz de la bruja resonó en su memoria, cargada de advertencias que parecían más claras ahora que estaba sola: “Esta es tu oportunidad, Jane. Una vida normal. Una vida lejos del caos”. A pesar de sus intenciones, Jane no podía evitar preguntarse: ¿qué tan normal podía ser el mundo al que había decidido regresar?

Desayunó un tazón de cereal barato que había comprado la noche anterior. Sentada en el suelo de su pequeño departamento, que aún estaba casi vacío, miró por la ventana. La ciudad cobraba vida con su bullicio caótico: autos tocando bocinas, vendedores gritándose entre ellos, un perro ladrando sin parar. Por primera vez en mucho tiempo, Jane no formaba parte de ese ruido.

La búsqueda de la normalidad

Jane se puso una chaqueta gastada y salió a las calles con un periódico bajo el brazo. Hoy era el día en que encontraría un trabajo, el primer paso hacia la vida simple que tanto había deseado. Pasó frente a tiendas y cafeterías hasta que vio un cartel en la ventana de un pequeño café: "Se busca ayudante."

Entró con una sonrisa que esperaba que pareciera amigable. El gerente, un hombre de mediana edad con un delantal manchado, la miró de arriba abajo mientras masticaba un chicle.

—Entonces... ¿experiencia previa? —preguntó sin mucho interés.

Jane se esforzó por no reír. ¿Cómo explicarle que había lidiado con situaciones que hacían que cualquier café lleno pareciera un paseo por el parque?

—Claro. He trabajado bajo presión y resolviendo conflictos... —respondía mientras en su mente se proyectaba la imagen de Jeff con un cuchillo en la mano.

El gerente se encogió de hombros y le ofreció el puesto. Jane salió del café con una mezcla de alivio y algo que no esperaba: una pequeña chispa de orgullo. Era un trabajo modesto, pero era suyo. Un paso más lejos de la vida que había dejado atrás.

Un consejo inesperado

Esa noche, Jane regresó a su departamento con los pies doloridos pero el corazón algo más ligero. Mientras revisaba una vieja caja con pocas pertenencias, una figura familiar apareció sentada en el alféizar de la ventana.

—¿Y bien? ¿Cómo va tu aventura humana? —preguntó la bruja, su voz cargada de sarcasmo.

Jane se encogió de hombros y se dejó caer en el sofá.

—Sobreviví a mi primer día. Conseguí un trabajo, lidié con clientes malhumorados y hasta logré no gritarle a nadie. ¿Qué te parece?

La bruja sonrió con una mezcla de orgullo y burla.

—Parece que estás aprendiendo a vivir entre ellos. Pero recuerda, Jane, este mundo es hermoso y cruel. Te pondrá a prueba de maneras que ni siquiera Jeff pudo.

Jane sintió un nudo en el estómago al escuchar su nombre. Había tratado de evitar pensar en él, pero era imposible. Había momentos en los que casi podía escuchar su risa, como un eco en su mente.

—Lo sé. Pero también sé que no quiero volver a ser quien era antes —dijo con firmeza, aunque en el fondo de su corazón no estaba tan segura.

La bruja desapareció tan rápidamente como había llegado, dejando a Jane sola con sus pensamientos. Se sentó en la cama, mirando por la ventana las luces parpadeantes de la ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, no tenía un plan. Solo tenía un día a la vez.

La primera grieta

Cuando las sirenas resonaron en la distancia, Jane cerró los ojos e intentó ignorarlas. Era el primer día de su nueva vida, y aunque las grietas en su fachada comenzaban a aparecer, todavía podía fingir que estaba bien.

—Un día a la vez —susurró, como un mantra para convencerse de que podía soportarlo.


Fin del Día 1

No hay comentarios.:

Publicar un comentario